“Existe un sistema de discriminación similar, que se extiende mucho más allá de una pequeña región geográfica a todo el mundo; afecta a todas las naciones, perpetuando y expandiendo el tráfico de esclavos humanos, la mutilación de cuerpos e incluso el asesinato legitimado a escala masiva. Este sistema se basa en la presunción de que los hombres y los niños son superiores a las mujeres y las niñas, y está apoyado por algunos líderes religiosos masculinos que distorsionan la Santa Biblia, el Corán y otros textos sagrados para perpetuar su afirmación de que las mujeres son, en algunos aspectos básicos, inferiores a ellos, no cualificadas para servir a Dios en igualdad de condiciones. Muchos hombres no están de acuerdo, pero permanecen callados para disfrutar de los beneficios de su estatus dominante. Esta falsa premisa proporciona una justificación para la discriminación sexual en casi todos los ámbitos de la vida secular y religiosa”