Hoy soy más joven de lo que era a los veinticinco años. Por supuesto que los surcos del sufrimiento se han cavado más profundos, pero también los de la comprensión de la simpatía y la felicidad interior. Sea cual sea la edad que le haga a mi caparazón terrenal, nunca me volveré cínico o indiferente, y no se puede medir la reserva de poder encerrada en esa seguridad»
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Helen Keller

Escritora

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