Katy no era ni metodista ni masoquista. Era una diosa y el silencio de las diosas es genuinamente dorado. Nada de su chapado superficial. Un sólido silencio de veintidós quilates en todo el camino. La trampa del olímpico se mantiene cerrada, no por un acto de discreción voluntaria, sino porque realmente no hay nada que decir. Las diosas están todas de una sola pieza. No hay conflicto interno en ellas. Mientras que las vidas de gente como tú y yo son un largo argumento. Los deseos por un lado, los pájaros carpinteros por el otro. Nunca un momento de verdadero silencio
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Aldous Huxley

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