Las mejores 60 Frases de Simone de Beauvoir sobre el feminismo y la mujer

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Frases del Tema

Uno de los beneficios que la opresión asegura al opresor es que el más humilde de ellos se siente superior.

La debilidad» es la debilidad sólo a la luz de los objetivos que el hombre se fija, los instrumentos a su disposición y las leyes que impone.

Toda opresión crea un estado de guerra. Y esto no es una excepción».

Si quieren coquetear o iniciar una amistad, deben evitar cuidadosamente dar la impresión de que están tomando la iniciativa; a los hombres no les gustan los tomboys, ni los bluestockings, ni las mujeres pensantes; demasiada audacia, cultura, inteligencia o carácter los asusta.

Soy incapaz de concebir el infinito, y sin embargo no acepto la finitud.

Pocas tareas se parecen más a la tortura de Sísifo que las tareas domésticas, con su interminable repetición: lo limpio se ensucia, lo sucio se hace limpio, una y otra vez, día tras día».

Me alejé del seguro consuelo de las certezas por mi amor a la verdad

Es la vejez, más que la muerte, lo que debe contrastarse con la vida. La vejez es la parodia de la vida, mientras que la muerte transforma la vida en un destino: en cierto modo la preserva dándole la dimensión absoluta. La muerte acaba con el tiempo».

¿Qué tendría el Príncipe Azul para su ocupación si no tuviera que despertar a la Bella Durmiente?

La vida se ocupa tanto de perpetuarse como de superarse a sí misma; si lo único que hace es mantenerse, entonces vivir no es sólo morir.

La maldición del matrimonio es que a menudo los individuos se unen en su debilidad en vez de en su fuerza, cada uno pidiendo al otro en vez de encontrar placer en dar.

Es perfectamente natural que la futura mujer se sienta indignada por las limitaciones que le impone su sexo. La verdadera pregunta no es por qué debe rechazarlos: el problema es más bien entender por qué los acepta.

El placer sexual en la mujer es una especie de hechizo mágico; exige un abandono completo; si las palabras o los movimientos se oponen a la magia de las caricias, el hechizo se rompe.

Pocas tareas se parecen más a la tortura de Sísifo que las tareas domésticas, con su interminable repetición: lo limpio se ensucia, lo sucio se hace limpio, una y otra vez, día tras día.

En sí misma, la homosexualidad es tan limitante como la heterosexualidad: el ideal debería ser ser capaz de amar a una mujer o a un hombre; cualquiera de los dos, un ser humano, sin sentir miedo, restricción u obligación.

Un hombre nunca comienza presentándose como un individuo de un cierto sexo; no hace falta decir que es un hombre.

El presente consagra el pasado, y en el pasado toda la historia ha sido hecha por los hombres.

Cuando un individuo se mantiene en una situación de inferioridad, el hecho es que se vuelve inferior.

El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra comprensión del mundo y el esbozo de nuestro proyecto

Si el tema femenino es tan absurdo, es porque la arrogancia del hombre lo convirtió en «una discusión